En los últimos días me he visto envuelta en una cruzada para nada voluntaria: buscar apartamento. Las razones de la misma son temas para otro post, aquí lo que quiero es hablarles de aquellos seres humanos llamados agentes de bienes raíces. Y ojo, que no quiero estereotipar, simplemente ellos exponen bien ese comportamiento que todos tenemos una que otra vez, unos en mayor escala que otros.
Quien que no haya pasado por estas andanzas y ha escuchado el “me gustaría que usted se lo quedara” o “ tu entras en el perfil que queremos para que habite aquí”. Luego de eso vienen la presión: “tú me gustas, pero ya sabes, si viene otra persona antes que tu…”. Te hacen creer que tú les caes bien, que ellos te están ayudando, que van a elegirte porque “ey, you’re nice”. Y los incautos como yo, le decimos: “oiga no, ¿qué hay que hacer? Sucumbes a la presión, y ganan ellos porque te terminan imponiendo sus condiciones. Casi me pasa, pero me di cuenta a tiempo. Claro, que lógicamente si es mi apartamento se lo alquilo cómo y a quien a mí me da la gana.
Hay otro ejemplo interesante. Hace años, estando en el colegio, recuerdo a este chico que era de los populares, y que era mi amigo. Una vez recuerdo que se peleó bien feo con aquellos seres que los demás pendejos adoraban, se portaron pésimo con él, pero después de un tiempo al final él terminó conviviendo con ellos de nuevo, como si nada. Yo, anonadada de que pudiera siquiera hablarles a aquellos que incluso lo humillaron le pregunté ¿Por qué? Yo en su lugar, hubiese seguido mi camino, y adiós. Pero la respuesta de él es que así somos todos, y que al final si no era con ellos, con quién más iba a estar. Esto sonará old fashioned, pero es como si yano existiera el honor, estamos todos en un enorme grupo donde nos sonreímos, nos queremos, nos apuñalamos por la espalda, y todo está bien, es normal. ¿Es normal?
Y es que nosotros los seres humanos tenemos un lado hipócrita enorme. Quien no ha pasado por la situación de “Fulanito X es un pesado, me cae de la patada”. Pero allí estamos, haciendo chistes con ellos, hablándoles de lo más nice, aunque por dentro pensemos que son unos perfectos estúpidos. Y lo hacemos solo porque nos conviene: obtenemos un negocio, una ganancia, favoritismo, etc. Hipócritas, doble cara. Quizás la otra persona hasta se traga el cuento de que nos cae bien, hasta que somos sus amigos. Ilusos. Por eso dicen que este mundo es para los vivos, no para los pendejos. Porque a las finales nadie se preocupa por ti, solo vela por sus propios intereses. Si tu no interfieres cool, pero si sí, entonces te quitan del camino. Y con esto no quiero decir que apoye esa conducta, sino que este mundo simplemente no es honesto. Son muy pocos los que lo son y generalmente les va mal (sino, miren a su alrededor y verán). ¿Para qué te molestas en ser transparente? ¿Para qué ser buena persona? Esos pocos al final terminan envenenados con la ponzoña de los demás, porque desafortunadamente descubres que te les tienes que unir para sobrevivir, en mayor o en menor grado, pero lo tienes que hacer.
Y si, yo también terminé siendo hipócrita, pero me doy cuenta que aún no soy lo suficiente.