Tic, tac, tic, tac…
Si, ese es un sonido común en mi cabeza. Ya sé que he hablado mucho aquí sobre mi trabajo, quejas y más quejas, y sobre el amor he puesto otras más. La verdad es que ambas cosas me preocupan mucho, pero es porque ambas responden a una pregunta mayor que me hago todos los días: ¿por qué estoy aquí? Hoy he intentado hacer memoria, y si echara diez años atrás, la persona que vería reflejada en el espejo es una niña cuyo único sueño es que el entonces amor de su vida le haga caso, tener muchos amigos y encajar de alguna forma en el mundo que le rodea. Hacía otras cosas a las que no les prestaba mucha atención, como ir muy bien en la escuela, y tirarme una buena cantidad de libros, si eran de Paulo Coelho o CCS mejor.
Ahora que recuerdo a la yo ese entonces, si pudiera iría a ese tiempo y me pegaría tres cachetadas: una por estúpida, porque entre más amas a alguien menos lo valora el otro (date tu lugar tonta!, que le cueste, no se lo pongas en bandeja de plata); otra por estúpida también, porque en lugar de preocuparte por ser popular, pudiste ser tu y quizás conocer gente que si valiera la pena: y otra más por estúpida de nuevo, porque jamás ibas a encajar en un lugar al que no perteneces, porque no tengo nada en común con ninguno de ellos. Nada. Y bueno, al menos sí leí un par de libros que sirvieron, excepción de los mencionados.
El asunto es que tanto esfuerzo, tanto estudio, tanto sacrificio en la universidad, y la vida que tengo ahora no es que sea muy satisfactoria. No es que me haya ido mal, es que tenía yo expectativas muchísimo más altas de lo que haría con mi vida; que, verme a mis 25 años en la situación en la que me encuentro, no hace más que deprimirme. He tenido periodos feos, la cosa es que para qué contárselo a mis amigos, o a mi familia, mi novio más o menos, si es tan difícil de explicar la frustración.
Es como una enfermedad, por periodos. En este momento estoy algo motivada: me fijé que sería una excelente ingeniera, y trataré de cumplirlo, a pesar de que a veces me usan de secretaria, de que esperan que aprenda pero ¿cómo aprender?, si cada cinco minutos me piden que haga algo diferente… No hace mucho pasé por un periodo en el que la verdad, si me partía un rayo no me importaba mucho. Porque, a pesar de que ahorita estoy de “buen humor”, seamos sinceros ¿en qué soy yo realmente buena? Lo pienso una y otra vez, pero la verdad es que no se me ocurre nada. Nada en lo que sea suficientemente buena y que además despierte en mi algo llamado “pasión”, que no conozco.
Y es que, una vez soñé que sería doctora y salvaría vidas, o que me subiría a un escenario con una guitarra y produciría emoción en las personas. Mi papá me dijo una vez que yo podía ser lo que quisiera, que sólo tenía que proponérmelo. Pero así como descubrí que la mayoría de las veces no te quedas con el amor de tu vida, así también caí en cuenta que nuestros grandes sueños se terminan disolviendo en la realidad.
¿Delirios de grandeza? Si, por qué no admitirlo. Siempre pensé que yo algún día haría alguna gran contribución a la humanidad, pero la verdad con cada año que me cae, empiezo a pensar que eso no será posible.
Sí, probablemente alguno esté diciendo que soy muy negativa, que quién sabe, pero ¡los hechos demuestran lo contrario!. Ya nada me sorprende. Yo, que era una ferviente católica, hace como un mes fui a misa y me di cuenta que simplemente, ya no creo ni una sola palabra de lo que ellos predican. Pocas cosas tienen sentido en esta vida ya. Al menos puedo escribir, leer y ver películas, y zambullirme en mundos donde la realidad es distinta.
Quizás es malo soñar con volar tan alto.
Viernes, 10 de septiembre, 2010.
8:51 PM