viernes, 10 de septiembre de 2010

Tic, Tac...



Tic, tac, tic, tac…
Si, ese es un sonido común en mi cabeza.  Ya sé que he hablado mucho aquí sobre mi trabajo, quejas y más quejas, y sobre el amor he puesto otras más.  La verdad es que ambas cosas me preocupan mucho, pero es porque ambas responden a una pregunta mayor que me hago todos los días: ¿por qué estoy aquí?  Hoy he intentado hacer memoria, y si echara diez años atrás, la persona que vería reflejada en el espejo es una niña cuyo único sueño es que el entonces amor de su vida le haga caso, tener muchos amigos y encajar de alguna forma en el mundo que le rodea.  Hacía otras cosas a las que  no les prestaba mucha atención, como ir muy bien en la escuela, y tirarme una buena cantidad de libros, si eran de  Paulo Coelho o CCS mejor. 
Ahora que recuerdo a la yo ese entonces, si pudiera iría a ese tiempo y me pegaría tres cachetadas: una por estúpida, porque entre más amas a alguien menos lo valora el otro (date tu lugar tonta!, que le cueste, no se lo pongas en bandeja de plata); otra por estúpida también, porque en lugar de preocuparte por ser popular, pudiste ser tu y quizás conocer gente que si valiera la pena: y otra más por estúpida de nuevo, porque jamás ibas a encajar en un lugar al que no perteneces, porque no tengo nada en común con ninguno de ellos.  Nada.  Y bueno, al menos sí leí un par de libros que sirvieron, excepción de los mencionados.
El asunto es que tanto esfuerzo, tanto estudio, tanto sacrificio en la universidad, y la vida que tengo ahora no es que sea muy satisfactoria.  No es que me haya ido mal, es que tenía yo expectativas muchísimo más altas de lo que haría con mi vida; que, verme a mis 25 años en la situación en la que me encuentro, no hace más que deprimirme.  He tenido periodos feos, la cosa es que para qué contárselo a mis amigos, o a mi familia, mi novio más o menos, si es tan difícil de explicar la frustración. 
Es como una enfermedad, por periodos.  En este momento estoy algo motivada: me fijé que sería una excelente ingeniera, y trataré de cumplirlo, a pesar de que a veces me usan de secretaria, de que esperan que aprenda pero ¿cómo aprender?, si cada cinco minutos me piden que haga algo diferente…  No hace mucho pasé por un periodo en el que la verdad, si me partía un rayo no me importaba mucho.  Porque, a pesar de que ahorita estoy de “buen humor”, seamos sinceros ¿en qué soy  yo realmente buena?  Lo pienso una y otra vez, pero la verdad es que no se me ocurre nada.  Nada en lo que sea suficientemente buena y que además despierte en mi algo llamado “pasión”, que no conozco.
Y es que, una vez soñé que sería doctora y salvaría vidas, o que me subiría a un escenario con una guitarra y produciría emoción en las personas.  Mi papá me dijo una vez que yo podía ser lo que quisiera, que sólo tenía que proponérmelo.  Pero así como descubrí que la mayoría de las veces no te quedas con el amor de tu vida, así también caí en cuenta que nuestros grandes sueños se terminan disolviendo en la realidad.
¿Delirios de grandeza?  Si, por qué no admitirlo.  Siempre pensé que yo algún día haría alguna gran contribución a la humanidad, pero la verdad con cada año que me cae, empiezo a pensar que eso no será posible.
Sí, probablemente alguno esté diciendo que soy muy negativa, que quién sabe, pero ¡los hechos demuestran lo contrario!.   Ya nada me sorprende.  Yo, que era una ferviente católica, hace como un mes fui a misa y me di cuenta que simplemente, ya no creo ni una sola palabra de lo que ellos predican.  Pocas cosas tienen sentido en esta vida ya.  Al menos puedo escribir, leer y ver películas, y zambullirme en mundos donde la realidad es distinta.
Quizás es malo soñar con volar tan alto.
Viernes, 10 de septiembre, 2010.
8:51 PM

lunes, 6 de septiembre de 2010

El Nacimiento del Mal


“El mal no nace de un solo individuo sino de la conjugación de las acciones de muchas personas. En la vida real nadie escoge ser un villano; la gente actúa convencida de que sus actos están justificados.”
Estoy segura que quien cito esto, un escritor con un futuro prometedor, debió leerse un par de biografías de hombres crueles antes de decirlo.   Yo no he leído biografías de hombres crueles (al menos no recientemente), pero estoy más que de acuerdo con la afirmación.  Y del inicio de la maldad… pueden correr ríos de tinta al respecto.
La verdad es que esa idea viene rondando mi mente desde hace algún tiempo. ¿De dónde salieron los “malos”, si ahora que he crecido miro el mundo y sólo veo gente que dice estar haciendo las cosas bien?  De hecho, en un post anterior escribí eso de que nadie se ve a sí mismo como esencialmente maligno, al contrario, cómo dice la frase, cada quien tiene buenas razones para explicar por qué es cómo es.  El mejor ejemplo que uno puede hallar de esto es hablar con las dos partes involucradas en un conflicto.  Sí, un problema x, cotidiano, sea cual fuera. De seguro que nadie se considera culpable, como si el mundo estuviese lleno de inocentes.  Y si instigas por las razones, obtendrás unas tan buenas que hasta tú dudarás cuando formules tu juicio para identificar al culpable: blanco o negro, luz u oscuridad… ¿por qué los seres humanos necesitamos ver el mundo de dos colores?  La verdad es que el mundo es gris, y de muchos matices distintos.  El infierno gris…
La otra cosa que me intriga de esto, es que, si nos apegamos entonces a lo que nuestra civilización considera como malo, entonces la siguiente pregunta es ¿cómo se llega a la maldad?  Pues, contrario a lo que uno pudiese pensar, es un largo camino de circunstancias las que hacen a un ser llenarse de maldad, o traduzco, llenarse de unas convicciones que rompen el molde de lo que socialmente consideramos bueno.  Porque ese es otro punto ¿quién tiene la suficiente autoridad para decir entre el ying y el yang? ¿La iglesia? ¿La ley? ¿Dios??  Matar se considera como antinatural, pero digan eso durante la Inquisición, y lo traducimos a “castigar a quienes adoran al demonio”.  Aún así, matar es un “pecado” fácil, colgarle el título de malo a un asesino no es complicado, pero ¿cómo lo hacemos con aquel que trata a sus empleados como esclavos? ¿Acaso está “bien” denigrar a otro ser humano para conseguir lo que quieres?   Allí viene otra vez lo difícil que puede ser un juicio.
Hace un tiempo quise escribir una historia, cuyo personaje principal era un ser torturado, lleno de heridas por un pasado trágico, y que para librarse del dolor se sumerge en el odio y se decide a ser la antítesis de lo que una vez fue.  Y se convierte en un personaje oscuro, que provocará el dolor en los demás.  Pero en ese entonces tenía yo apenas 18 años, y a pesar de que mi idea al irse desarrollando contempló el hecho de una persona no puede ser ni totalmente buena ni totalmente mala, mi concepción de lo que representa la maldad era algo estrecha.  Digo, mi personaje era “disque malo”, pero la verdad es que más parecía un joven melancólico que un demonio.  Si leo de nuevo las casi 50 páginas que tenía, me doy cuenta que mi personaje no despierta el mínimo temor. 
Abandoné esa historia hace mucho tiempo.  Y hace un año cuando la retomé para seguirla, simplemente me bloquee.  Y hasta ahora es comprendo por qué: he cambiado, no puedo seguir escribiendo algo que veo ahora de una forma muy distinta.  Pero la premisa sigue siendo interesante.  Todavía me interesa explorar cómo una persona se convierte en villano.  Y más aún, como aún siendo villano, para otros puede ser un héroe, demostrando mi concepto que incluso el infierno es color gris.
Toca reescribir todo.  Pero de repente me sirve, y hago algo que si valga la pena.
Lunes, 6 de septiembre de 2010
10:43 PM