viernes, 10 de septiembre de 2010

Tic, Tac...



Tic, tac, tic, tac…
Si, ese es un sonido común en mi cabeza.  Ya sé que he hablado mucho aquí sobre mi trabajo, quejas y más quejas, y sobre el amor he puesto otras más.  La verdad es que ambas cosas me preocupan mucho, pero es porque ambas responden a una pregunta mayor que me hago todos los días: ¿por qué estoy aquí?  Hoy he intentado hacer memoria, y si echara diez años atrás, la persona que vería reflejada en el espejo es una niña cuyo único sueño es que el entonces amor de su vida le haga caso, tener muchos amigos y encajar de alguna forma en el mundo que le rodea.  Hacía otras cosas a las que  no les prestaba mucha atención, como ir muy bien en la escuela, y tirarme una buena cantidad de libros, si eran de  Paulo Coelho o CCS mejor. 
Ahora que recuerdo a la yo ese entonces, si pudiera iría a ese tiempo y me pegaría tres cachetadas: una por estúpida, porque entre más amas a alguien menos lo valora el otro (date tu lugar tonta!, que le cueste, no se lo pongas en bandeja de plata); otra por estúpida también, porque en lugar de preocuparte por ser popular, pudiste ser tu y quizás conocer gente que si valiera la pena: y otra más por estúpida de nuevo, porque jamás ibas a encajar en un lugar al que no perteneces, porque no tengo nada en común con ninguno de ellos.  Nada.  Y bueno, al menos sí leí un par de libros que sirvieron, excepción de los mencionados.
El asunto es que tanto esfuerzo, tanto estudio, tanto sacrificio en la universidad, y la vida que tengo ahora no es que sea muy satisfactoria.  No es que me haya ido mal, es que tenía yo expectativas muchísimo más altas de lo que haría con mi vida; que, verme a mis 25 años en la situación en la que me encuentro, no hace más que deprimirme.  He tenido periodos feos, la cosa es que para qué contárselo a mis amigos, o a mi familia, mi novio más o menos, si es tan difícil de explicar la frustración. 
Es como una enfermedad, por periodos.  En este momento estoy algo motivada: me fijé que sería una excelente ingeniera, y trataré de cumplirlo, a pesar de que a veces me usan de secretaria, de que esperan que aprenda pero ¿cómo aprender?, si cada cinco minutos me piden que haga algo diferente…  No hace mucho pasé por un periodo en el que la verdad, si me partía un rayo no me importaba mucho.  Porque, a pesar de que ahorita estoy de “buen humor”, seamos sinceros ¿en qué soy  yo realmente buena?  Lo pienso una y otra vez, pero la verdad es que no se me ocurre nada.  Nada en lo que sea suficientemente buena y que además despierte en mi algo llamado “pasión”, que no conozco.
Y es que, una vez soñé que sería doctora y salvaría vidas, o que me subiría a un escenario con una guitarra y produciría emoción en las personas.  Mi papá me dijo una vez que yo podía ser lo que quisiera, que sólo tenía que proponérmelo.  Pero así como descubrí que la mayoría de las veces no te quedas con el amor de tu vida, así también caí en cuenta que nuestros grandes sueños se terminan disolviendo en la realidad.
¿Delirios de grandeza?  Si, por qué no admitirlo.  Siempre pensé que yo algún día haría alguna gran contribución a la humanidad, pero la verdad con cada año que me cae, empiezo a pensar que eso no será posible.
Sí, probablemente alguno esté diciendo que soy muy negativa, que quién sabe, pero ¡los hechos demuestran lo contrario!.   Ya nada me sorprende.  Yo, que era una ferviente católica, hace como un mes fui a misa y me di cuenta que simplemente, ya no creo ni una sola palabra de lo que ellos predican.  Pocas cosas tienen sentido en esta vida ya.  Al menos puedo escribir, leer y ver películas, y zambullirme en mundos donde la realidad es distinta.
Quizás es malo soñar con volar tan alto.
Viernes, 10 de septiembre, 2010.
8:51 PM

lunes, 6 de septiembre de 2010

El Nacimiento del Mal


“El mal no nace de un solo individuo sino de la conjugación de las acciones de muchas personas. En la vida real nadie escoge ser un villano; la gente actúa convencida de que sus actos están justificados.”
Estoy segura que quien cito esto, un escritor con un futuro prometedor, debió leerse un par de biografías de hombres crueles antes de decirlo.   Yo no he leído biografías de hombres crueles (al menos no recientemente), pero estoy más que de acuerdo con la afirmación.  Y del inicio de la maldad… pueden correr ríos de tinta al respecto.
La verdad es que esa idea viene rondando mi mente desde hace algún tiempo. ¿De dónde salieron los “malos”, si ahora que he crecido miro el mundo y sólo veo gente que dice estar haciendo las cosas bien?  De hecho, en un post anterior escribí eso de que nadie se ve a sí mismo como esencialmente maligno, al contrario, cómo dice la frase, cada quien tiene buenas razones para explicar por qué es cómo es.  El mejor ejemplo que uno puede hallar de esto es hablar con las dos partes involucradas en un conflicto.  Sí, un problema x, cotidiano, sea cual fuera. De seguro que nadie se considera culpable, como si el mundo estuviese lleno de inocentes.  Y si instigas por las razones, obtendrás unas tan buenas que hasta tú dudarás cuando formules tu juicio para identificar al culpable: blanco o negro, luz u oscuridad… ¿por qué los seres humanos necesitamos ver el mundo de dos colores?  La verdad es que el mundo es gris, y de muchos matices distintos.  El infierno gris…
La otra cosa que me intriga de esto, es que, si nos apegamos entonces a lo que nuestra civilización considera como malo, entonces la siguiente pregunta es ¿cómo se llega a la maldad?  Pues, contrario a lo que uno pudiese pensar, es un largo camino de circunstancias las que hacen a un ser llenarse de maldad, o traduzco, llenarse de unas convicciones que rompen el molde de lo que socialmente consideramos bueno.  Porque ese es otro punto ¿quién tiene la suficiente autoridad para decir entre el ying y el yang? ¿La iglesia? ¿La ley? ¿Dios??  Matar se considera como antinatural, pero digan eso durante la Inquisición, y lo traducimos a “castigar a quienes adoran al demonio”.  Aún así, matar es un “pecado” fácil, colgarle el título de malo a un asesino no es complicado, pero ¿cómo lo hacemos con aquel que trata a sus empleados como esclavos? ¿Acaso está “bien” denigrar a otro ser humano para conseguir lo que quieres?   Allí viene otra vez lo difícil que puede ser un juicio.
Hace un tiempo quise escribir una historia, cuyo personaje principal era un ser torturado, lleno de heridas por un pasado trágico, y que para librarse del dolor se sumerge en el odio y se decide a ser la antítesis de lo que una vez fue.  Y se convierte en un personaje oscuro, que provocará el dolor en los demás.  Pero en ese entonces tenía yo apenas 18 años, y a pesar de que mi idea al irse desarrollando contempló el hecho de una persona no puede ser ni totalmente buena ni totalmente mala, mi concepción de lo que representa la maldad era algo estrecha.  Digo, mi personaje era “disque malo”, pero la verdad es que más parecía un joven melancólico que un demonio.  Si leo de nuevo las casi 50 páginas que tenía, me doy cuenta que mi personaje no despierta el mínimo temor. 
Abandoné esa historia hace mucho tiempo.  Y hace un año cuando la retomé para seguirla, simplemente me bloquee.  Y hasta ahora es comprendo por qué: he cambiado, no puedo seguir escribiendo algo que veo ahora de una forma muy distinta.  Pero la premisa sigue siendo interesante.  Todavía me interesa explorar cómo una persona se convierte en villano.  Y más aún, como aún siendo villano, para otros puede ser un héroe, demostrando mi concepto que incluso el infierno es color gris.
Toca reescribir todo.  Pero de repente me sirve, y hago algo que si valga la pena.
Lunes, 6 de septiembre de 2010
10:43 PM

sábado, 12 de junio de 2010

Mas allá de lo que mis ojos ven


Sábado, 2:37 PM.  Y… estoy en casa.   Si, suena extraño, pero para alguien como yo que trabaja todos los días, a casi todas las horas, esto parece casi un sueño surrealista.
Me metí a estudiar algo y conseguí un permiso en el trabajo para que me permitieran hacerlo este día, con la condición que mantuviese al día mis deberes, que suena fácil pero no lo es tanto por el volumen que tienen.  Lo interesante de todo esto son las cosas de las que vengo a percatarme. 
Vamos a ver si logro explicarme en cortas palabras: se siente extraño cuando no estoy trabajando.  Casi que el 90% de mi tiempo lo ocupo en trabajar.  Por mi mente no pasa otra cosa que no sea eso, y para ser sincera conmigo misma, solamente me percato de lo infeliz que soy haciéndolo cuando tengo esta clase de sábados.   Así de mal estoy, que ni siquiera me doy cuenta ya; porque los domingos estoy tan cansada que mi cerebro lo único que pide es un poco de sueño.
Tampoco es que odie mi trabajo, me da ciertas satisfacciones cuando obtengo ciertos reconocimientos, pero hace un tiempo por mi mente se ronda la pregunta de si realmente vale la pena todo esto, de si estoy pagando un precio alto por algo que ni siquiera sé si realmente quiero.
En teoría, mi inversión de tiempo es porque aquello a lo que me dedico lo pagan bien con la experiencia.  Soy nueva y aún tengo mucho que aprender, mucho por probarle a los demás.  Y creo que ese afán mío de probarle a los demás que sí puedo ser buena, y más aún de probármelo a mí misma es lo que me hace levantarme cada día queriendo hacer las cosas mejor que el día anterior.  Pero no es porque yo ame esto… y creo que justo ahora que lo escribo es que me percato.  La verdad es esa, pero si me preguntase que cosa adoro, me sería difícil responder.  Aunque, la verdad si hay algo con lo que sueño, y es viajar por todo el mundo, conocer otras culturas, estudiar la historia de los países, lo que fueron y lo que serán… pero, ¿adivinen qué?  Nadie me va a pagar para que yo me la pase paseando… ¿cierto?
Quizás lo que pasa es que uno se acostumbra tanto a algo, que te nublas y piensas que no puede existir algo mejor.  Terminas siendo uno de esos conformistas que yo odiaba hace años… y que al parecer, he terminado siendo de cierta forma.
Hoy que no tenía nada que hacer, tomé mi teléfono y pensé llamar a alguna amiga para salir a almorzar.  Llamé a dos y estaban ocupadas, y mi lista terminó allí.   He reducido tanto mi vida social que ya ni amigos me quedan.  Pensé entonces en qué me gustaría hacer, porque no había nada urgente que tuviese que atender, y fue muy difícil encontrar algo, porque, ¿adivinen qué?  No tengo nada que hacer aparte de trabajar…  Mi tiempo libre se ha llenado de obligaciones que he olvidado que cosas solía hacer…
Es difícil pensar en cómo llegué a esto.  Hoy rodeada de chicos un par de años menores que yo, recordé mis tiempos de universidad (hace apenas dos años) y no hago match entre la yo de entonces y la yo de ahora.  Y qué bien se sintió ser estudiante de nuevo, aprender lo hasta entonces desconocido, poder convivir con personas que viven una realidad completamente diferente a la tuya. 
Al final, llegué a la conclusión de que mi vida no tiene por qué continuar siendo lo que es.  Si me mato tanto en mi trabajo diario, no es por el dinero que me pagan (que no es un mal sueldo, pero tampoco son millones), tengo que ver si realmente hay una razón de peso.  En teoría es para aprender… pero ¿realmente yo haré esto en unos años, realmente esto es lo que quiero?   Siendo sincera conmigo misma, no.   La vida tiene que tener otras cosas, tiene que existir algo que me emocione tanto cómo cuando voy a conocer un lugar nuevo o cuando leo algo que me gusta.  Días como hoy me hacen recordar que el mundo es muchísimo más que lo que ven mis ojos.

lunes, 24 de mayo de 2010

La Felicidad de la Ignorancia


He tenido uno de esos fines de semana que hace tiempo no tenía: pésimo.  Si pusiera atención de los hechos, la conclusión sería diferente, pero la que ha llevado a que las cosas estén así, soy yo misma; yo y mi fantástico carácter.  Explicar las razones de todo esto aplica para otro post.  El asunto que nos atañe aquí fue una idea que me vino a la mente ahora que acabo de regresar a la casa.   Pues… porque así cómo unos se toman unos traguillos, o le pegan a la mesa para sacar dolor-rabia-frustración (en combo o por separado), yo tomo mi coche y salgo a manejar (debo admitir que entre más tramos rápidos mejor).
Luego de mi sesión de terapia, vengo yo pensando en las inmortalidades de cangrejo y caigo en cuenta que la madre de todas las desdichas  es saber que no tienes por qué tenerlas. ¿Los enredé cierto?  Pero tranquilos, ya les explico.   Imaginémonos que estamos en una de esas extensas planicies africanas, somos de una tribu primitiva y nuestras preocupaciones se centran en como comer y cómo abrigarnos.  Sí, hay unas segundas y terceras, pero esas dos primeras ocupan la mayor parte del tiempo.  Jaja, estoy segura que estas personas tienen tiempo para pensar en si son felices o no…

Por otro lado, vámonos a cualquier ciudad de nuestro mundo occidental, hagamos una averiguación de cuántos consultorios de sicólogos hay, y de la cantidad de pacientes que tienen que tomar antidepresivos, porque “no le encuentran el sentido a su vida”, “que están insatisfechos”…. Bla, bla, bla, sarta de boludos (incluyéndome a mí).  Al parecer nosotros los seres humanos tenemos un apego eterno por la inconformidad, y pues, hay un alto porcentaje de los habitantes de estas ciudades que satisfechos ya con las necesidades básicas, encuentran otras de las cuáles preocuparse, y por las cuales terminan sufriendo.  Que pendejos podemos ser… en serio.  El mundo sería un lugar mejor si cada uno de nosotros en lugar de gastar energía pensando por qué no somos felices, buscándole un sentido a nuestra vida, o pensando en la quinta y sexta pata del gato cojo, nos enfocáramos en disfrutar de las cosas sencillas, como respirar el aire de un parque, o escuchar esa melodía que nos encanta; de seguro estaríamos más dispuestos a ver entonces como podemos ser una mejor humanidad y no el virus que somos actualmente.
Pero, la verdad es que parece ser que entre más “inteligente” y desarrollada se vuelve una sociedad, más complejo se vuelve sentirse contento.  La gente de estas tribus son felices con cosas simples, y nosotros que tenemos dinero no sólo para comer, sino para gastar en otras cosas realmente innecesarias pero que son un must, símbolos de “status”, somos más y más infelices.  Por eso la felicidad quizás esté en la ignorancia… quizás pensamos que avanzamos conforme pasan los años y estamos apagando una parte de nosotros mismos para siempre.
No lo sé.  También estás aquellos que dicen que prefieren una verdad amarga que una mentira dulce.  Yo soy una de esas personas…pero en días como hoy, desearía no esperar tantas cosas, no tener tantas expectativas de mi propia vida, y volver a sentirme feliz simplemente porque hoy pude comer.

Domingo, 23 de mayo, 2010.
10:34 PM

miércoles, 14 de abril de 2010

Lo que el viento se llevó...

Ayer, mejor dicho, hoy en la madrugada estaba media insomniac, pongo la tele y empiezan a dar Gone With The Wind. Hace un tiempo la había visto, pero de segunda vuelta las cosas se analizan mejor. Vaya, entiendo porqué es tan aclamada. Es la historia de una chica bonita, rebelde, acostumbrada a tener a todos los hombres y al mundo entero a sus pies… exceptuando al único que le interesa por supuesto (ahhh… no pasa esto en la realidad verdad?). ¿El lugar y el tiempo? Estados Unidos, antes, durante y después de la Guerra Civil. Un periodo complicado que queda reflejado a grandes rasgos, porque aquí el tema es Scarlet O’ Hara y su relación con el aventurero Red Butler.

Pero bueno, ya me estoy hiendo por la parte de la crítica fílmica. En realidad lo que quería comentar es la sensación que me dejó la película. En la vida muchas veces tenemos lo que amamos a la vista, convivimos con ello, pero nos quejamos porque quizás no sale como esperamos… hasta el día en que nos hace falta… y peor aún si ese día se prolonga para siempre. Duele mucho saber que no apreciaste lo que tenías, cuando era lo que querías, solo que en ese instante era desconocido para ti. Pero, me pregunto entonces, ¿cómo distingues cuando estás en una situación por costumbre y compromiso, de otra en la que piensas que estás haciendo lo que debes pero en realidad es lo que amas? Creo que los enredé, ¿verdad?

Pues, regresemos a la película a ver si me explico mejor. Scarlet O’ Hara, como ya sabemos, es una mujer terca, inteligente y extremadamente bonita. Pero nada de eso le sirve para conquistar al hijo de otro terrateniente como ella: Ashley Wilkes, enamorado perdidamente de su prima Melanie Hamilton, con la que se termina casando. Menuda frustración para una mujer que puede tener al hombre que quisiera… Se pasa toda la vida enamorada de Ashley, persiguiéndolo de cierta forma, casándose con otros por compromiso, y estando allí para él siempre que él la necesite. En esas vueltas conoce a Red Butler, un tipo que no se parece en nada a Ashley, pero que tampoco tiene nada que ver con los hombres que siempre le hacen la venia a Scarlet. En cierta forma, él está pendiente de ella durante el transcurso de su vida, y le ayuda en muchas ocasiones, pero sigue viviendo su mundo. Hasta que un día, por supuesta conveniencia para ambos, terminan casados. Se parecen tanto el uno al otro, y son felices estando juntos, pero Scarlet siempre vive con la ilusión de Ashley, pensando que no existe amor más real y más grande que ese, y eso termina destruyendo su relación con Butler. Un día ella despierta y se da cuenta que ha vivido creyendo una mentira, que en realidad a quien amaba era a su esposo, lo demás era un cuento de hadas que se inventó hacía muchísimos años y terminó desvanecido en la realidad.

¿Ahora si me explico? Espero que hayan encontrado el punto. Uno cree muchas cosas durante su vida, pero solo el tiempo se encarga de darnos la razón o no. A mí me sucede algo similar a esto con mi carrera. Tengo una relación de amor-odio con ella, hay días en que la detesto, días en los cuales me envuelve la rutina y siento que desperdicio mi vida en algo que realmente no me llena. Pero también están los días en los que hago las cosas lo suficientemente bien para recibir elogios, o por lo menos complacencia propia al saber que estás haciendo algo bien. ¿Será la miel del triunfo pasajero, un engañoso ardid que me hace creer que lo que hago para vivir realmente me gusta? Es una excelente pregunta…una para la cual todavía no tengo respuesta. Ojalá logre encontrar una antes del final de mi vida, porque de algo de lo que si estoy segura es que el tiempo siempre termina develándonos aquello que es cierto.

Miércoles, 14 de abril 2010.
7:58 PM

domingo, 7 de febrero de 2010

Síndrome de Estados Unidos


Los Estados Unidos, el país donde el “sueño americano it’s happening”… el país de la libertad.  ¿Suena bonito verdad?  Este país siempre me  ha intrigado.  Más de dos siglos de existencia, fundado por desterrados buscando un lugar donde se pudiesen hacer las cosas diferentes.  En un siglo se convirtieron en una gran potencia económica, política, hasta llegar a ser los números uno.   Pero ha pasado otro siglo más, y en el mundo se huele un aroma diferente (¿a han pao y chow-mein quizás?). 
Una vez leí que en todas las épocas de la historia humana, ha existido una nación que se ha impuesto sobre las demás, que ha llevado el liderazgo.  A ver, recordemos:  el Imperio Romano, Bizancio, al inicio de la Edad Moderna España, luego Inglaterra.  Todo lo que sube tiene que bajar, y esto se aplica también a esta especie de ranking de la hegemonía mundial.   Y me parece a mí que estamos en una de esas etapas de transición.  Estados Unidos se está endeudando hasta más no poder, su Reserva Federal imprime billetes que valen ya no porque tengan el respaldo, sino por su simple prestigio, de ser la economía más fuerte del mundo, la potencia.   Los siguientes años serán interesantes, si una simple persona como yo puede vislumbrar que todos los imperios han tenido su final, las brillantes mentes de esta nación deben haberlo pensado también y tomar los correctivos necesarios para no seguir alimentando la tradición, pero no creo que les sea muy fácil con un gigante asiático pisándole los talones.  Pero bueno, eso no es lo que nos ocupa en esta ocasión, eso era solo una introducción.
Otra cosa que me parece interesante (ya por último antes de entrar en materia) es el hecho de que (y perdonen si ofendo a alguien por generalizar) el americano promedio no sea muy inteligente que digamos, y así han llegado a lo que ser lo que son.  Digo, se han robado muchos cerebros de otros lados, pero tampoco vamos a quitarles el mérito a sus cerebros.  Un porcentaje pequeño de brillantez humana si lo comparas con la totalidad de su población, pero bueno, su éxito quizás se deba a que tienen buenos capitanes y un montón de marineros dispuestos.
Vayamos al grano… regresemos a la historia, aquella que los vencedores han escrito.  Sí, solo el tiempo y otras mentes que pensaron diferente han podido analizar nuestra historia más antigua de otra forma a la usual donde las razones del vencedor eran más válidas que las del vencido, porque el vencedor era el que contaba el cuento.  A ver, ¿acaso los historiadores romanos mencionaron la cantidad de masacres que hicieron a los pueblos conquistados? No, se limitaban a hablar de la grandiosidad de su imperio, y de cómo “civilizaban” a los bárbaros que conquistaban.  La historia inmediata siempre muestra al bueno, se enaltece la pluma que escribe, pero nadie garantiza que realmente lo sea, sólo el tiempo y diferentes perspectivas de la misma situación pueden ayudarnos a tener una idea más clara, y a veces ni así.
Vamos al presente.  Estados Unidos es vendido a la mayoría del mundo como la nación salvadora: los que defienden los derechos humanos, los que velan por el bienestar de la humanidad, los buenos de la película…. ¿Esos mismos que bombardearon Afganistán, con toda la población civil, mientras veíamos en vivo por CNN como ocurría todo?     No soy anti-yanqui, tan solo quiero mostrar otra perspectiva del asunto.  No es que los americanos sean malos, el problema es que nos los venden como totalmente buenos y eso no es cierto, tienen miles de defectos y cosas malas, y más que cualquier otra cosa: no todo lo que hacen es correcto. Pero, ¿quién dictamina qué es correcto?  Sí, sabemos que matar es malo, pero hay otras cosas que no son tan simples de decidir, y esto es porque el mundo en el que vivimos no es un blanco y negro perfecto, es gris.  Y el grandísimo problema de esto es que nosotros los seres humanos, incluyéndome, no entendemos eso y creemos que de una u otra forma que lo que nosotros hacemos es lo correcto, basados en miles de cosas: experiencias, creencias religiosas, dogmas, constituciones.  Pero nadie es dueño de la verdad absoluta…. ¿a quién creerle? ¿Cómo elegir?  ¿Dónde está el libro que te dice qué es lo correcto y qué no?  No lo hay… y no saldrá una voz del cielo que nos diga “no lo hagas” cuando estamos a punto de cometer una transgresión. 
Y esto no se aplica solo a naciones, se aplica a personas.  Como decía, hay muchos Estados Unidos caminando por allí, gente que de una u otra forma va a encontrar explicaciones para sus acciones que los justificarán y les darán la razón, aunque sea para ellos mismos.  Y durante un conflicto entre dos personas que se creen buenas (y pues, todavía no conozco a nadie que en el fondo se vea a sí mismo como malo)  siempre habrá una lista larga de razones que nos hacen quedar como los buenos de la película siempre, y a nuestra contraparte, como el malo.  Al final solo el tiempo puede tener una respuesta real de todo esto, y a veces ni así.
Qué mundo este en el que nos ha tocado vivir.  Al final todos somos buenos y tenemos la razón, porque siempre hay muy buenas excusas para explicar lo malo.  Nadie tiene el poder de decidir si nuestras acciones son buenas o malas, pero yo pienso que todo en esta vida con causa tiene un efecto, así que en mi concepto, las consecuencias de nuestros actos estarán pegadas a nosotros mismos siempre.  Quizás no haya caminos buenos ni malos, simplemente vías con desenlaces diferentes. La intención quizás marque la diferencia, pero realmente al final independientemente si lo que hicimos fue con buena o mala vibra, las consecuencias van a estar allí y son de color gris.
So, yanquis, en dos siglos más, si es que no hemos acabado con la Tierra aún, quizás a su nación se le vea no únicamente como los salvadores de la humanidad… para el resto de nosotros los mortales que no merecemos ser analizados por un conjunto de mentes brillantes, solo nos queda disfrutar del infierno personal que dispondremos cada vez que metemos la pata.
Lunes 8 de febrero, 2010-02-08
12:29 AM

miércoles, 13 de enero de 2010

De certezas y de tiempos

Sí, ya sé que muchos dirán que 25 años es muy poco tiempo de vida, y que apenas estoy comenzando. Pero la vida es como un ciclo, “hay tiempo para todo, y todo tiene un tiempo”… hay cosas que solo se pueden hacer en una época, y si no lo hacemos en ese instante, después ya simplemente no se puede.


Y el tiempo también nos hace cambiar, nuestras ideas evolucionan y se van reflejando en lo que vamos siendo. Mutar es imposible… eso decía yo, no he desterrado la posibilidad del todo, pero debo aceptar que el tiempo nos va transformando, lo que no estoy segura que puede hacer aún es cambiar nuestra esencia, lo que en el fondo realmente somos.

Hay una idea en particular con respecto al tiempo y a los cambios a la que he intentado buscarle una explicación por diferentes formas, pero no se ha podido. Hace muchos años, cuando era una adolescente aún, como es común en esa edad creí encontrar al amor de mi vida. No me crean cursi, porque no lo soy, lo que quizás si soy o era, es un poco soñadora, o arraigada de la idea de que vivo en un mundo alterno. Creía ciegamente en las “otras partes”, (sí, como la de los libros, que el que los leyó ya sabe de que hablo). En mi favorito, estaba la famosa historia esa que decía que en el mundo hay alguien más que es la mitad perfecta que nos complementa. Y yo en ese tiempo conocí a un chico que me conocía mejor que a mí misma, y al que yo conocía perfectamente, y juntos, simplemente era algo especial, pero debo admitir también que muy platónico. En cierta forma yo tenía la certeza de que pasara lo que pasara, algún día nosotros íbamos a estar juntos, porque ese era nuestro destino. La certeza… that’s the point…

Y pasaron los años… él se fue a estudiar a otro lugar, yo también. Nunca coincidimos. Me rompió el corazón en pedacitos porque no quiso seguir una relación a larga distancia, pero tenía razón al pedirlo así. Teniendo 15 años ¿qué puedes esperar? Algo a la distancia es más un atraso que un adelanto, por lo menos en esa etapa cuando uno está creciendo, aprendiendo a ver el mundo, conociendo personas. Aún así, cada vez que yo salía con alguien, el seguía estando allí…
Pero como dije, pasaron los años, cambiamos, crecimos, y terminamos conociendo a otras personas. El tiempo hace que las circunstancias cambien, y las circunstancias nos hacen cambiar a nosotros. Conocí al chico con el que estoy, y mi concepción de lo que era el amor ha cambiado totalmente. Lo de antes era platónico, esto es real, tangible, corre por mis venas y me recuerda que estoy viva. Y no es que sea nuevo para mí el saberlo… es la certeza de que es así…

Pues, hace un par de semanas me reencontré con mi amigo porque coincidimos en la misma ciudad. Hablamos de los viejos tiempos, del presente y del futuro. Y resulta que se va a casar próximamente. Cuando me lo iba a decir noté el cambio en la entonación, el gesto, como si quisiera decirme con cuidado una noticia que pensaba sería dura para mí. Pero la verdad, es que me cayó de lo más normal, nada en mí se alteró, ni el pulso, ni la respiración… absolutamente nada. Es la certeza, de que ya eso quedó atrás, que la puerta se cerró hace mucho, y de que ahora mi mundo es otro y con alguien más. Y hoy estoy segura de la persona que quiero ser, no sé todavía cómo lo haré, pero sé que quiero para mi vida y con quien espero pasarla. Pero bueno, el futuro ya es para otro cuento…

Aquí la gran pregunta es si la historia se puede repetir. Mi miedo. Si mi certeza en una época cambió, porque todo cambió, ¿qué impide que en esta ocasión las cosas sean diferentes? Esa es una gran pregunta, de la que puedo obtener numerosas teorías, respuestas que solo el tiempo me dirá si tuve razón o no. Pero yo he hecho mi apuesta, y estoy dispuesta a afrontar las consecuencias de esa decisión. ¿Preocuparse por el futuro? Debería, pero en parte solamente. Un amigo me dijo que si yo deseaba mucho una cosa, en lugar de preocuparme debería pensar cómo obtenerla. Y yo pensaba que si algo es para mí, será para mí pase lo que pase, y quizás aún tenga razón en eso. Pero las circunstancias lo cambian todo… Así que en resumen, haré mi apuesta, pero pensaré también que puedo hacer para ganarla, porque lo que somos no está determinado por nuestros talentos o flaquezas, sino por las decisiones que tomamos en la vida.