viernes, 13 de julio de 2012

The world is changed... tic, tac.. tic, tac..

Tengo 27 años, y las cosas empiezan a pintar diferentes.  Si, muchos me dirán que estoy joven aún, pero resulta que ya en el súper me tratan de “señora” no de “joven”, mis primos que vi de bebé ya son adolescentes, no soporto a Justin Bieber (que es uno de los artistas más apreciados por los “jóvenes”) y Britney Spears y los Backstreet Boys son parte de la historia musical (WTF!).  A, y le preguntas a uno de los teenagers de ahora quién es Goku o Seiya, y no saben.  En fin, como dicen al inicio del Señor de los Anillos: “The world is changed”.
Yo siempre me he sentido una vieja al lado de mis contemporáneos, en cierta forma siempre he sido más madura que el promedio en casi todas las etapas de mi vida.  Pero en los últimos tiempos me estoy sintiendo vieja de verdad:  salir de fiesta y llegar con el sol ahora es pecado (por no decir que a las 3 am ya tengo sueño), mis amigos se están empezando a casar o a tener hijos, casi todos ya se tiran al hombro o una hipoteca o una maestría o ambas cosas… ya pasaron los tiempos aquellos donde las trivialidades ocupaban todo el día, ahora todo el día lo ocupa uno en las trivialidades pero de otro.   Es como si al estar trabajando estuviésemos vendiendo nuestras almas por unas horas al mejor postor, con el propósito de pagar las cuentas, comer y hacer todas aquellas cosas que hace un ser promedio en esta civilización.  Que si nos ponemos a ver bien… regalar 8 horas o más a otro, y más si es haciendo algo que no nos gusta… diablos… WTF!
Por eso definitivamente la mejor época de la vida es cuando uno está en el colegio, o los primeros años de la universidad.  Uno en esos momentos lo ve todo complicado y malo: que si me quedo en tal materia, que no tengo dinero para comprarme un auto, ay que no me dan permiso para salir (espérate que tenga la mayoría de edad y verás)… y un largo etcétera que ahora se ve tan, pero tan fácil y simple que uno se pregunta como le molestaban tanto esas cosas en esos tiempos.  Hasta enamorarse es más sencillo y bonito:  fíjate, entre los 16 y los 20 el amor es para siempre, sientes que flotas, generalmente el otr@ está “limpio”, en todos los sentidos (haha si, probablemente tenga poca o no tenga mucha experiencia sexual… aunque esto es relativo y más en estos tiempos), lo que sí es que a esa edad uno está menos dañado emocionalmente.  Si, porque con los años uno adquiere madurez emocional a costa de muchos golpes generalmente, y sí, ahora podemos hacer las cosas mejor porque en teoría ya sabemos como “no” se deben hacer, pero igual nos vamos llenando de mañas que hacen que tengas 27 años y no seas una persona simple, sino más bien complicada.
De haber sabido todo lo que sé ahora cuando tenía 20 años…. Uff…  otra sería la histora.  Ahora entiendo muchas cosas…. Cuando yo tenía 22 años andaba con una persona que tenía 28 años... todo es más claro ahora.
Me gustaría decir que si pudiera echar el tiempo atrás cambiaría muchas cosas, pero la verdad es que no cambiaría nada.  Por aprender se paga un precio, y si no hubiese pasado todos los malos tragos que he tenido sería alguien completamente diferente.
El asunto es que tengo 27… entonces hay un tic tac que me martilla la cabeza todos los días.  No he terminado mi maestría, ni pensar en el doctorado.  No soy dueña de mi destino aún.   No he agarrado ni una cinta de color en el tae kwon do, no me he tirado de un paracaídas y todavía no compro mi primera casa.  ¿Cuándo entonces?  ¿Qué diablos estuve haciendo los últimos 4 años?  A, y ni mencionemos el amor.  Cada día que pasa me convenzo más de que de nada me sirve tener pretendientes, o de que me digan que soy especial, bonita, inteligente, etc etc etc… si al parecer no hay un match para mi…al parecer voy a terminar sola escribiendo en un blog o con suerte escribiendo libros, pero en fin sola.  O como me dice mi hermano “serás la tía rara”.  Rara, porque según él, yo soy rara (¿sólo porque me gusta el rock o soy complicada?)...
Muchas cosas que hacer y yo perdiendo mi tiempo, 12 horas todos los días dedicadas al imperio de alguien más.   Dicen que uno debe dormir 8 horas, trabajar 8 y dedicar las restantes 8 a ti mismo, en algo que te haga feliz.  ¿Se me está pasando la dosis no?  

domingo, 5 de febrero de 2012

Aquel que odia, es quien ha amado mucho

Aquel que odia, es quien ha amado mucho.  En eso pensaba yo hace unos días.  Hoy sin embargo me vino a la mente algo que cambia por completo lo pensado desde hace meses atrás.  Pero me iré por las ramas como siempre, antes de llegar al punto que deseo mostrar.
La belleza del mundo virtual es que aquí nadie me conoce (o al menos eso creo yo).  Puedo decir cosas que nunca diría si mis amigos y familia tuvieran la dirección.  Y es que una cosa es como nos vendemos ante el mundo y otra es la que somos dentro.  De una u otra forma todos tenemos secretos, eso es normal, pero otros se van peligrosamente al extremo y su imagen ante el mundo termina siendo una vil mentira, un fugaz reflejo de lo que son.
Como llevo mucho sin escribir es necesario hacer algunas aclaraciones: el 2011 fue un año muy difícil en todos los sentidos.  Los conflictos que venían formándose tiempo atrás hicieron “kaboom”, y las cosas que eran mis pilares se partieron en pedacitos.  No veía la hora que terminara en verdad.  
Muchos que no me conocen realmente, e incluso mis más cercanos amigos piensan que soy noble pero a la vez muy dura, de esas personas que jamás lloran.  Muy fuerte.  La verdad es que no lo soy.  La verdad es que luego de la gran tormenta no pude dormir sin asfixiarme durante mucho tiempo, no pude concentrarme en el trabajo, y respirar sin evocar una lágrima era un detalle.  Y sí, esto sonará trillado (y yo tiempo atrás hasta me burlaría), pero me dejó mi novio y el mundo se vino encima.  Yo no lo entendía hasta que me pasó.   Y es que uno se hace una imagen de la vida, tienes miles de sueños y te juras a ti mismo que pase lo que pase harás lo que sea por alcanzarlos, pero entonces vienes y te enamoras, y todo aquello pasa al segundo plano, aunque intelectualmente tu sabes que estás equivocándote. Cambias tus planes, empiezas a vislumbrar tu futuro con esa persona, ya te vez hasta de viejos, y de repente, todo se va al diablo y aquel holograma que tenía tiempo formándose en tu cabecita, se esfuma.
Y hubo mil y un señales, pero no las vi.
Regla No. 1: Cuando uno se enamora, va como caballo de paso con los ojos tapados caminando despacio al precipicio.
Podría contar los mil y un detalles que pasaron, lo miserables que pueden llegar a ser los seres humanos.  Cómo la verdad es lo último que se mira.  Lo peor es que cuando tú eres transparente, es cuando te toca un mentiroso.  Pero lo importante de todo esto es como todo esto me ha hecho replantearme mi concepto de lo que es el amor.
Yo siempre pensé que existía ese amor de "hay una persona en el mundo que está destinada a estar contigo", y no mather what, tú siempre amarás a esa persona.  Aunque te vayas 20 años huyendo a otro país, o te cases con alguien más.   Error… creo que este amor no existe.
¿Qué es el amor entonces?  Si me preguntabas hace unos días, luego del concepto inicial pensé que simplemente el amor no existe, y que las personas terminan por conveniencia con alguien.  Obviamente existe cariño, pero no ese amor omnipresente.  O sea, que no existe una persona predestinada para ti, sino que tú terminas con alguien que se ajusta a las circunstancias del momento.
Y hoy mientras manejaba, y escuchaba no sé qué canción me puse a pensar que el amor al igual que las cosas sencillas de la vida, está en esos detalles de los cuales no nos percatamos.  ¿Qué detalles?  Cosas simples, como pasarte una mano en la espalda y sonreírte para animarte cuando las cosas no estén tan bien, o dejar todo lo que estás haciendo para ir al lado de él o ella cuando está pasando un momento difícil.  Es aguantarse a sus papás si son de los necios, o preparar la cena cuando el otro está cansado.  Tú encuentras una pareja de verdad cuando esa persona se convierte en parte de tu vida, y no en un compromiso en su agenda.
Regla No. 2.  Aquel que odia, es quien ha amado mucho.
La otra idea brillante que tuve hoy es preguntarme si realmente amé a mi ex.  Yo decía que sí, estaba convencida.  Pero no estar con él ha sido como respirar aire puro de nuevo, cuando antes me asfixiaba.  Entonces hoy pensé que si me siento libre de nuevo, en paz, ¿de dónde viene la rabia, de dónde viene ese dolor profundo?  Y me dirijo entonces a mi orgullo herido, al hecho de que yo estaba dispuesta a darle mi vida, todo el amor, y él simplemente no me correspondió.   Todo lo oscuro, todo lo negativo viene de allí, al hecho de que me aguanté todo hasta el final, de que nunca tuve el coraje de decir hasta aquí llegamos.  Al hecho de que lo complací…
Recibí noticias suyas hace poco.  Pero yo sigo en mi silencio sepulcral pues nada tiene ya sentido.  Yo te amé, tu no, ¿para qué me buscas?   Ahora solo busco paz, y encontrarme conmigo misma.  Paz porque una parte de mi alma se envenenó.   Sé que es odiar ahora, y he perdido la fe en eso que es amor.  Como soy jodida y exigente tengo dudas de que pueda encontrar a alguien que cubra mis expectativas, y me rehúso a la idea de quedarme con mi “peor es nada”.  Así que me prometí  a mi misma no preocuparme más del tema y concentrarme en cosas más productivas como mi trabajo, la maestría, viajar, el gym, y mi larga lista de hobbies.   Y es muy difícil, pues por un lado siempre alguien me invita a salir (chicos que usualmente no los veo con interés romántico, o será que de nuevo, soy muy jodida y siempre pongo un pero), y por el otro los que sí me gustan me ven como yo veo a los que no me gustan: salir, divertirse, nada serio, un pasatiempo.   Ya una vez empecé así con alguien y terminé en tragedia, así que sería ilusa si  repito la historia.   ¿Será que puedo tener algo de paz?
Regla No. 3.  Nadie puede dar lo que no tiene.
Mi conclusión de todo esto es que en esta época de mi vida tengo que divertirme y trabajar duro.  No es para conseguirse o estar con una pareja.   Soy exigente, pero debo estar consciente que de aspirar a alguien así, él también será exigente conmigo.   Así que hay que pulirse, estar a la altura.   Y si de repente  tengo la mala suerte de no encontrar a nadie, al menos viviré bien y estaré haciendo cosas que me den paz y felicidad.¿Acaso la vida no se trata de eso?