Imaginé que empezaría a escribir esto con algo diferente. No sé, comentar quizás el desastre que es manejar aquí, o de repente, qué se siente darse cuenta que ya no se es tan joven. En realidad, no puedo decir que estoy segura qué voy a escribir aquí.
Al principio la idea era poner “las cosas” que he escrito (llámense historias, canciones bizarras, poemas… jeje, ni mencionar esa palabrita eh, que lo cursi me da alergia). Decliné porque creo que aún no estoy preparada para eso, ni siquiera por recibir un feedback (eso considerando que alguien se tomará el trabajo de leerlo). Luego pensé en escribir críticas de cine, o bueno, mi opinión de la película que para ser crítico creo que me hace falta… y esta no la descarto del todo, pero no quiero que sea exclusivamente de eso.
Un día recuerdo que me desperté y pensé que creerme escritora era un absurdo. Para empezar no solo no he publicado nada, sino que tampoco he terminado de escribir algo de tamaño considerable. Era como pretender demasiado. Pero en días como hoy me doy cuenta que para mi escribir es como botar el dióxido de carbono del cuerpo… si no lo hiciera creo que mi salud (mental) se vería perjudicada. A veces me sirve para dejar ir aquello que siento que me asfixia… o sino dejarlo ir, por lo menos disminuir la presión… o engañarme a mí misma pensando que sirve de algo.
¿Qué ha sucedido esta semana? No mucho. Ese es el problema. Mi vida, esta semana en especial, se ha convertido en una rutina: despertar, ir al trabajo, almorzar, trabajo, regresar a la casa, televisión dormir. Every single day, and every single night, como dice una cancioncita, que si alguien sabe el nombre por favor me avisa. Y yo detesto las rutinas.
A veces hay épocas en la vida en que uno se establece, esto es, te detienes o bajas la marcha para enfocarte en algo particular. Y mi enfoque en este momento es mi trabajo. Tanto, que ocupa todo el tiempo que tengo y no debiera ser así. No hay para nada más. No he aprendido mi tercera lengua, ni he tomado un máster, y el gimnasio quedó tirado al olvido. Y todo eso, me frustra. ¿Por qué? Porque no imaginé mi vida así. Tengo más cosas, pero no es que sea más feliz. Y es entonces que uno recuerda que el asunto ese de la felicidad son meros instantes, nada es duradero. Así como las mareas sub en y bajan, así es absolutamente todo.
Y qué mejor ejemplo para eso también que el Señor A. Lo de nosotros es así. Y hoy en especial no ha contribuido mucho al humor de mi semana nuestra corta conversación telefónica. Pero eso ya es harina de otro costal. De repente cuando supere el pánico escénico diga algo sobre eso.
Por ahora, creo que ni conclusión le pondré a esto. Demasiadas ideas en mi cabeza que si las pongo aquí no terminamos. Después.
Y si alguien lee esto alguna vez, por fa, aunque sea que ponga “you sucks”, a ver si este experimento resulta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario