Si. A veces basta ver la puerta para entender que ya estás afuera. Y eso me ha pasado en este viaje a un paraje perdido de la civilización.
Pues, aquí no conozco a nadie mas que a tres compañeros de trabajo. Y el más cercano, está tan ocupado con su propio trabajo y su vida, que solamente lo veo en Skype o en un mensaje al celular. Mis más largas conversaciones incluso acá, siguen siendo sobre asuntos de trabajo y con mi mamá que me contacta siempre para saber como va todo. Mi novio, pues nos intercambiamos mails solo para decir que "I'm ok".
Antes pensaba que cualquiera se podría sentir afortunado en mi lugar, incluso ahora mis compañeros de trabajo siempre mencionan "mi suerte" por venir a unas disque vacaciones pagadas por la compañía (que hasta hoy, el día tres, han sido una carga de estrés que para que contarlo, la única diferencia que en otro lado no en mi oficina), pero la verdad es que es una vida un poco vacía esta a la que me he acostumbrado. Y sinceramente, si he sido así 26 años, la esperanza de que las cosas cambien se me hace bien ilusoria. Veo más cercana mi soledad futura, que aquí entre nos no se siente muy bien acá dentro. Hasta me da un poco de lástima pensar en mi misma como una exitosa profesional, en un departamento con vista al mar y con la única compañía de un estante lleno de libros y un helecho. Y eso si realmente me va bien profesionalmente.

¿Y es que esto es la vida? No. Esto es lo que yo he hecho con mi vida. Pero, ¿cómo cambiar? Si esto es como una carrera en una solitaria ruta, con el cielo gris y pasto verde que no cambia por mucho que yo corra. Si mi vida es esto, la verdad no importa si termina mañana, la otra semana o en 60 años más. It doesn't matter...
Quizás esto me pasa porque hace un tiempo me sentía especial, única y con una misión en este mundo, aunque desconocía cuál era. Pero la verdad, he resultado ser un naipe más en la baraja del universo.